Cuando la pobreza te convierte en esclavo.
El Canal de Suez, una de las mayores obras de ingeniería del ser humano, tuvo un origen sin duda deplorable durante su construcción ya que se empleó mano de obra en una situación de esclavitud.
Durante el arranque de la obra se emplearon a decenas de miles de humildes campesinos, que por su situación económica y exclusión social fueron elegidos para trabajar en una situación tan dura y lamentable que fallecieron por decenas de miles. Aunque las cifras oficiales hablan de 20.000 fallecidos, estimaciones más realistas estiman que fueron 125.000 las personas que murieron durante la construcción.
Tan duras eran sus condiciones de trabajo, agravadas por la ausencia total de maquinaria, que prácticamente excavaron el canal con sus propias manos. A mediados del siglo XIX en Egipto era, tristemente, más que habitual emplear mano de obra forzada.
Estaríamos ante un claro caso de aporofobia, en el que aprovechando la situación de extrema desigualdad que existía en Egipto se forzaba a aquellos con menores recursos económicos a trabajar de forma forzada y en unas condiciones de esclavitud.
Y una situación que parece tan lejana en el tiempo, todavía persiste. Por ejemplo, cada vez hay más corrientes en contra de la inmigración. En España, la llegada de pateras, últimamente y de forma especial en Canarias, está provocando una situación de alarma en contra de esos inmigrantes, con escasa capacidad económica y que lo único que hacen es luchar por mejorar sus condiciones de vida. Por culpa de su situación se ven obligados a coger trabajos muy mal remunerados y en situaciones muy precarias.
Sin embargo la llegada de algún inmigrante de los mismos países de los que vienen los que comento en el párrafo anterior son recibidos con los brazos abiertos, se les dan todas las facilidades e incluso se les llega a perdonar comportamientos cuanto menos cuestionables. Y sí, hablo de los futbolistas.
Aporofobia, palabra del año 2017. |
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